En casa las cosas no fueron fáciles, pero entender que nuestros padres hicieron lo que pudieron con lo poco que sabían te abre paso a perdonar. Y el perdón es algo muy importante de trabajar.
En la vida uno tiene que perdonar a distintas personas en el camino. Sobre todo, a uno mismo. Cuántas veces nos juzgamos o sentimos culpa por las cosas que hemos hecho o por las que hemos dejado de hacer.
Quizás el perdón es una de las cosas más difíciles que tenemos que atravesar, pero sin lugar a duda es la más liberadora. Y perdonar no quiere decir que olvides y debas continuar en relación con esas personas si es que no quieres hacerlo, el perdón es para ti, para tu poder seguir en paz con tu camino, porque no vale la pena guardar rencor dentro tuyo. Solo te envenena y al final, te enferma.
Soltar la culpa, la vergüenza y perdonarte es un gran regalo, te da ligereza para seguir adelante, para mirarte con otros ojos. Con ojos de compasión, es ser amable contigo ante cualquier error que hayas cometido, porque todos podemos cometer errores, pero no todos somos capaces de verlos por lo que son: solo errores.
Aprender a no castigarnos en esos momentos, es demostrarnos más respeto a nosotros mismos. Como quizás lo haríamos con otros.
Perdonar te ayudará a soltar un peso de encima, te permitirá construir tu nueva versión y ser esa persona que quieres ser. Te hará deconstruirte para construirte nuevamente. Si los cimientos no fueron estables en un inicio y la estructura no estaba estable, reconócela, perdona y suelta, tira abajo esa estructura y construye una propia ahora.
Te dejo un ejercicio: escríbete una carta a ti pidiéndote perdón en algún momento de tu vida en el que no sabías lo que hacías. Puedes hacerlo también con las personas que necesites.