¿Quién viene atrás que no te das permiso para parar?
Alguna vez lo pensaste, te preguntaste cuál era la razón por la cual necesitabas demostrar tanto que si podías.
En mi experiencia, quién estaba atrás era una creencia limitante muy fuerte. Una a la que nunca le había puesto atención hasta que empecé a trabajar en mi.
“No soy suficiente”, retumbo en mis oídos la primera vez que trabaje en ellas. La sensación de vacío que sentía, la autoexigencia que me imponía eran señales que habían estado en mi por mucho tiempo y no había tomado atención.
En algún momento me había sentido no valorada, a veces las comparaciones, aunque inocentes por parte de quien las hace, se nos quedan clavadas en el cuerpo, creando una historia que hace hueco nuestra autoestima. En ese momento no lo notamos, pero años más tarde cuando tratamos de entender porque nos comportamos de alguna manera, empieza a tener sentido.
Esas dos preguntas que me había estado repitiendo toda mi vida, esa sensación de que me faltaba algo… ahora entendía de dónde venía, no era más que esa creencia de no ser suficiente.
Eso que me llevó a actuar a toda velocidad en mi vida, poniéndome a prueba constantemente, pensando que si conseguía algo más entonces llenaría ese vacío era solo una mentira. Lo que tenía que hacer realmente era confrontar esa creencia, y sentirla. En qué parte de mi cuerpo se había quedado alojada y no la estaba viendo.
Entender que yo no era esa creencia era la primera parte del trabajo, y no es fácil cuando llevas años con ella, pero era definitivo: ahora que la había identificado tenía que separarme del todo de ella.
El tiempo, la pausa, la soledad harían su parte…ya no necesitaba la aprobación ni valoración de nadie para sentirme completa. Ni en lo profesional, ni en lo personal. Esta naranja no necesita una mitad.